domingo, 11 de septiembre de 2011

DE VIAJE


Ahí los dejé, otro vuelo y otro viaje pero distinto, otra ciudad, otros nombres tal vez sí, pero amores parecidos. Amores del alma, venidos del cielo.
Ahí quedaron algunos, para mi vanidad, con cristales líquidos en los ojos. Cascadas de afecto en sus mejillas. Por ellos casi no me subo, un gran golpe bajo de amor para mi ego y para mi yo engreído e indestructible.
Ahí quedaron, sin aliento, con un cariño pasionario y rebelde dedicado a mí. ¿Y yo por qué? ¿Por qué elegirme? Si yo sudé, lloré en mis inquietudes, fui débil y sentí tristeza como todos ustedes.
Me fui esta vez pero, si el comienzo quiere, vuelvo pronto, justo cuando no den más ganas de que suceda. Cuando mi cariño por ustedes muera de desdicha y de extrañarlos tanto. Quizás sea mañana, no sé... hasta que aguante. Por reloj en algún tiempo, por mis ganas ahora mismo.
Ahí los dejé otra vez. Igual, siguiéndome a todos lados. Se quedaron quietos, muertos de frío con los cachetes rojos de puro cariño.
Los voy a extrañar en cualquier lugar donde esté. Leeré una por una sus oraciones de afecto entrañable. Los veo pronto. No me fallen. No se hagan de su soledad la presa. Esperen por mí que vuelvo, no se pierdan. Vuelvan a la puerta de mi vuelo. Por lo pronto acompáñenme con su serenata de cariño.

Edgar.-